Uno siempre puede pensar que lo peor que nos puede ocurrir son las infidelidades, o las muertes de nuestros seres queridos, pero solo los contadores sabemos que hay cosas mucho peores, y no es que yo quiera hablar de ética fiscal, pero es que cuando llegan a mis oficinas estas finísimas personas tiemblo, no porque tenga mal la información, sino por la información mal que puedan inventar.
Ya sabemos que hoy en día las auditorias son algo así como pesadillas de terror sacadas de una serie realmente horrible, pero cuando el sentimiento de infidelidad es muy grande, solo nosotros los contadores podemos jactarnos de tener sentimientos más tristes, devastadores y feos. Pero qué más da, aquí una imagen que dice más que mil palabras.
De todos modos, ahí tenemos a estas clase de personas. ¿A alguien le ha tocado?